RUTA PARA UN DÍA DE FIESTA

El día de la Constitución fue para mí como esos domingos que nunca puedo disfrutar por el curro.

Primero y aprovechando la cercanía de la Navidad, fuimos a los puestos de la plaza Mayor, lleno de críos y padres con las pelucas más horteras del mercado. Me encantan las figuritas del belén, los árboles y las luces y, desde aquí, reivindico las fiestas con todas mis fuerzas; las navidades no nos hace mejor personas ni nos acerca a los demás, de acuerdo, pero es taaan bonita...

Después a tomar el vermut a un local muy curioso, Iruña, en la calle Hileras, cerca de ópera. Es un bar de decoración elegante, con un estilo tirando a art-decó, donde los camareros van de punta en blanco y con la consumición te ponen patats, aceitunas y un pincho. Un lujazo para ser Madrid.

Comida en Huertas, en el restaurante japonés
Donzoco, donde descubrí que no me puedo apartar de arroces y pescaditos, porque cualquier salsa resulta pesada a mi estómago. Para ser sincera, un poco de sake caliente ayuda bastante a hacer la digestión.

Otra vueltecita ya toca café y postre en
El capricho de Martina, un local muy coqueto con dos plantas. En la primera de ellas hay mesitas para meriendas o cafes de mediatarde y en la planta de abajo la luz se hace más tenue, sillones raros y extravagantes llenan el espacio y el local muta a un lounge muy apetecible.

Tarde de museo gratuito en el Reina Sofía, como expliqué en otro post. A la salida tomamos unos vinos en lugar que se podría describir como cool y sofisticado y no tan caro como parece. Se llama
Nietzche, está muy cerquita del museo, su luz es tenue, su música cálida, sus sofás muy cómodos y las paredes llenas de exposiciones temporales.

Y para terminar y quitarnos el aire de intelectualidad, nada mejor que tomar unas zapatillas grasientas (pan, lacón y queso de tetilla) y un par de vinos en sus cuncos en
Melos, local gallego de Lavapies siempre lleno a reventar por su comida abundante y bajos precios.

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